George Stinney: el niño que fue ejecutado en la silla eléctrica y declarado inocente 70 años después
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La historia del pequeño George Junius Stinney Jr. tuvo un trágico final. Solo tenía 14 años cuando se sentó en el banquillo de los acusados de la sala del Tribunal del Condado Clarendon. ¿Su crimen? Ser negro. Su abogado defensor ni siquiera le miraba a la cara cuando, el 24 de abril de 1944 vio llegar el final de su vida. El juicio al que fue sometido duró únicamente 5 horas y su jurado (formado al completo por varones blancos) tardó diez minutos en llegar al veredicto: culpable. Con lo cual, el menor estaba condenado a muerte.

Una vez se supo la sentencia, se trasladó al pequeño George a la Penitenciaría Estatal de Columbia. Ya en su celda, le dijo a su compañero, Wilford Hunter (también negro), que él no había hecho nada de lo que le habían acusado. A pesar de ser un niño, la ley de Carolina del Sur decía que debía ser tratado como a un adulto. En menos de dos meses fue asesinado en la silla eléctrica. "Se lo sentencia a morir electrocutado hasta que su cuerpo esté muerto de acuerdo con la ley. Y que Dios se apiade de su alma", así lo declaraba el escrito de la condena.

La silla eléctrica

Como era de esperar, la silla le quedaba grande al menudo cuerpo de George, con lo que los guardias se quedaron un momento sin saber qué hacer. Pero rápidamente encontraron una solución: poner libros en el asiento para que el joven alcanzase la altura necesaria que le permitiese ser conectado a la máquina. Tras un rato, el niño se enfrentó a la realidad, puesto que el gobernador del Estado, Olin Johnson (hombre blanco), no quiso conmutar la pena. Cuando la gente le pidió desesperada que le salvase la vida a George, su respuesta fue que no consideraba que alguien que había sido condenado por asesinato debiese ser exonerado.

Por lo tanto, no había marcha atrás, el niño de 14 años moriría a las seis de la mañana, después de sufrir una descarga eléctrica. Se convirtió en la persona más joven de Estados Unidos en fallecer por su condena a muerte. Tuvieron que pasar 60 años después de su ejecución para que la justicia reabriese su caso y comprobase que el joven había sido juzgado sin pruebas ni testigos y que su muerte había sido un error. Pero ya daba igual, George ya estaba muerto. Y es que se le acusó de asesinar a dos niñas: Betty June Binnicker y Mary Emma Thames, de 8 y 11 años respectivamente.

El asesinato

Un mes antes de que diese comienzo el juicio se había encontrado el cuerpo sin vida de las dos menores en una zanja llena de agua en la parte trasera de la Iglesia Bautista de Clarendon, en Carolina del Sur. Su asesino había utilizado una viga pesada para matarlas, golpeándoles la cabeza. La viga se encontró cerca de la escena del crimen, manchada de sangre, al lado de unas vías de tren. Resulta que esas vías separaban la zona en la que vivían los blancos de la de los negros. Al parecer, las niñas habían salido por la mañana para ir a recoger flores con sus bicicletas.

Cruzaron las vías y fueron al lado "peligroso", se encontraron con George y su hermana pequeña y les preguntaron que dónde podían recoger flores. Finalmente, cada uno siguió su camino. Cuando se supo que las niñas habían desaparecido, todo el pueblo se volcó en buscarlas, incluso el pequeño George, quien cometió el grave error de comentarle a un vecino que él las había visto por la mañana. Estas palabras fueron lo único que necesitaba la policía para convertirlo en culpable. En el momento en que los agentes aparecieron en la casa del chico negro, sus padres no estaban y nadie pudo solicitarles una orden de detención. Por lo tanto, George y su hermano mayor, al que se le había visto cerca de la escena del crimen, fueron llevados a comisaría.

Caso reabierto 60 años más tarde

"La policía buscaba a alguien a quien culpar, así que usaron a mi hermano como chivo expiatorio", dijo años más tarde Amie, la hermana pequeña de George ya anciana, cuando testificó en la reapertura del caso y contó lo sucedido. Al llegar a la comisaría con los dos hermanos, los separaron para interrogarlos por separado. A George le golpearon y le gritaron para que confesara el crimen. Sin embargo, no hay registros de esa declaración, solo las palabras de los oficiales, quienes decían que había confesado ser el asesino.

El juicio fue realizado un mes después, el 24 de abril. El abogado de oficio que le tocó a George no presentó testigos ni cuestionó la falta de pruebas de la policía. Además, este ni siquiera tenía experiencia penal, se dedicaba al cobro de impuestos. Cabe destacar que era imposible que una persona que pesaba 45 kilos hubiese podido con una viga de más de 20 kilos para matar a las niñas, pero ni siquiera eso pareció pasar por la mente del jurado. Tras escuchar toda la historia, el jurado declaró al niño como culpable y eso significaba morir en la silla eléctrica.

Esto se debe a que las leyes vigentes en ese momento en Carolina del Sur decían que una persona con 14 años ya debía ser tratada como a un adulto. Después de la muerte de George, su familia vivió acosada por amenazas y tuvieron que mudarse. Tuvieron que pasar años y muchos cambios sociales para que se pudiese reabrir este caso. En el año 2014, por fin se logró que la justicia revisase el caso y la jueza Carmen Tevis Mullen emitió el fallo y sostuvo que el juicio tenía graves errores procesales. Finalmente, George fue declarado inocente, aunque demasiado tarde.

Fuente: www.cope.es

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